Eilyn Lombard
Este post será como una de mis Estaciones, para las Galerías donde se enciende la candela.
Antes de salir de Cuba, todxs mis amigxs me hablaban de Luis. De su Museo de la Disidencia. De su belleza. De su libertad.
La última vez que estuve en Cuba, nos encontramos en una galería, y no hablamos, pero por un momento, nuestras miradas se cruzaron y sonreímos. Yo pude ver en el fondo de sus ojos. Y también vi su sonrisa cuando miraba a mis hijas correr entre una pieza y otra.
Empecé a elegir obras de Luis para este post buscando en su perfil de Facebook. Quería desentrañar su propio archivo, de la misma manera que he hecho siempre con historias ajenas y propias. Y decidí empezar por las primeras que puso: Un Superman, una Estatua de la Libertad, una Casa Wifi, unas máscaras que reproducen a Fidel Castro y Hugo Chávez, una foto del performance Indian Summer Diary. Terminé encontrando una foto suya junto a la obra del artista Jeff Thomas llamada Culture Revolution.
Recorrer el archivo inverso de Luis, mientras está detenido en una prisión de alta seguridad, es un acto tan ridículo como necesario. Poder mirar parte de su obra es acercarse a su repertorio de gestos humanos, políticos, vitales.
La obra de Luis muestra su comprensión de los límites que tiene y los que impone el sistema político de su país. A la vez, y por eso, su obra apela a la restauración de mitos y espacios, a la vez que a la reinterpretación de lugares afectivos. Escandaloso siempre, la desfachatez en los materiales y las formas, denota, como la performance definida por Diana Taylor, “un comportamiento repetido, recreado, revivido” (Performance 22). Las re-re-representaciones de Luis participan de los sistemas sociales y se revelan como una acción constitutiva de nuevos espacios que desafían los sistemas de poder.
Que la cultura, la vida misma, sean siempre, como el performance que es Luis, una revolución. Que tu camino al borde de la muerte no sea nuestro camino a la libertad.
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