Larry J. González
de la serie: Dibujos a media asta, de Larry J. González
LAWRENCE TE ENVIDIO MUCHO, LAWRENCE TE ENVIDIO POCO
―Todos mis amigos,
exactamente los amigos que han triunfado en la vida, según mi madre,
son unas benditas locas abiertas: unas cabras —hablo de ellos con orgullo.
Aunque parece que me carcome la envidia cuando hablo (es un ciclo de minidosis higiénicas de envidia, de patrón rutilante ―como dicen en Miami―, de la que llaman sana).
Justo porque la sana envidia no me carcome recibo las minidosis en intervalos de tiempo cercanos: goteras de minidosis (volver sobre la angostura del cuentagotas y la cualidad profiláctica).
―Es una envidia de otro tipo.
LAWRENCE TE ENVIDIO MUCHO, LAWRENCE TE ENVIDIO POCO
Veraneo con algunas de las cabras: atendí muchas alabanzas de las cabras y repasé la intensidad con que trabajábamos de noche. La suerte sonriéndoles en Miami.
―Es complicado. Soy mala persona —según mi madre.
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