Carlos Manuel Álvarez

Luis, hermano, espero que tengas libros o algún lápiz para dibujar en prisión. Ahora estoy en Nueva York. Cuando puedas salir de Cuba, no a través del destierro, sino como el derecho legítimo que cualquier ciudadano tiene de moverse adonde prefiera, quiero mucho traerte acá. Es una ciudad cargada de luismanueles. Lo que quiero decir es que es una ciudad excéntrica y espectacular, donde no caben los prejuicios ni los ridículos, y que practica un tipo de desparpajo nada ofensivo; vuelve a las personas mejores que los que son.
De alguna manera, creo que eso es lo que has hecho tú con muchos de tus amigos, te conozcan o no. Nos has vuelto mejores, has repartido un propósito y, con una maquinaria totalitaria cercándote los pasos, has convertido la cultura del gueto en un gesto cada vez más sofisticado, no sofisticado como algo exclusivo, sino lo sofisticado como un tipo de sensibilidad común y plebeya.
Tu estancia en la cárcel me recuerda desde hace rato una línea de Paco Urondo: «Del otro lado de la reja está la realidad, de este lado de la reja también está la realidad; la única irreal es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien si pertenece al mundo de los vivos, al mundo de los muertos, al mundo de las fantasías o al mundo de la vigilia…» Creo que la verdad de esa frase reside en ti, te la puedo leer un día, pero ya tú la conoces, de algún modo. Antes, solo te he leído algo una vez. Poco después la policía política te secuestró en el hospital Calixto García. Se trataba de un poema de Radamés Molina que dice así:
Asfixia por causa mecánica
Mediante un poderoso esfuerzo,
dobla la punta de la lengua hacia dentro, empuja la glotis, la tráquea está cerrada,
no hay entrada ni salida de aire en sus pulmones.
He aquí lo que el vulgo llama tragarse la lengua,
y que nosotros llamamos suicidio
o asfixia por causa mecánica.
Durante mis viajes a la costa de África
supe de casos como este;
es el primero que veo por mí mismo.
Este tipo de muerte,
como la del ahogado,
no produce la asfixia inmediata.
Así se suicidan con orgullo los negros en el cepo
antes que nosotros los castiguemos.
Sé que mandaste a pedir fotos de tu hija a la cárcel. Mucha gente sabe que tienes un hijo, pero no todos conocen que también tienes una hija. Yo hablo con su madre desde hace varios meses. Una vez me contactó y nos hemos hecho amigos. No conversamos solo de Cuba y de ti, sino de cosas que suceden en otras partes. Tus hermanas ya tienen las fotos de tu hija, y las van a imprimir para llevártelas en la próxima visita. Acá te dejo, a ti y a la gente, un texto breve que la madre de tu hija me hizo llegar:
Soy la madre, de nacionalidad extranjera, de la hija también extranjera, de Luis Manuel Otero Alcántara. Por razones personales prefiero guardar el anonimato. Que yo sepa, Luisma no ha cometido ningún delito y no tiene antecedentes penales. Luisma es padre de dos niños maravillosos. Entiendo que en Cuba manifestarse pacíficamente no constituye ningún delito. Al mismo tiempo, si me equivoco y algún delito se ha cometido, pido al gobierno cubano, después de más de cuatro meses de detención, dar la posibilidad a Luisma de un juicio justo, en presencia de su abogado defensor. Él tiene una familia que lo espera. Confío en la justicia y creo que cada artista detenido como Luis Manuel tras las manifestaciones del 11 de julio debe tener el derecho de ser escuchado en presencia de sus abogados, como en todo sistema democrático. Este es mi llamado, y mi deseo más grande es que se escuche y, por ser totalmente razonable, se tenga en cuenta antes de que la situación actual deteriore la salud de Luisma o de otros detenidos.
No puedo estar más de acuerdo con ella.
Otra cosa. Hoy hace justo un año nos sacaron de San Isidro. Escribí unos poemas sobre esos días y finalmente los publiqué. Creo que se los enviaré a tus hermanas para que los puedas leer en la cárcel, si es que los dejan pasar. El poema que tu cuerpo ha escrito los cubanos lo seguimos leyendo todos los días, desde lugares muy distintos entre sí.
Te espero, amigo querido.
Te quiero más.
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